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lunes, 16 de noviembre de 2009

SOÑABA QUE RODABA EL DOCUMENTAL

En medio del fragor de la ilusión que me producía la umbría sedación del sueño, la sensación era que me encontraba en medio de un rodaje de un documental sobre una figura de la música. En el sueño veía como pasaban algunas de las mejores figuras de la música por el set de rodaje: Pereza, Luis Eduardo Aute, Carlos Segarra, Bunbury, Alaska, Loquillo, Ana Belén, Carlos Goñi, Ariel Rot, Calamaro, Andy Chango, Aurora Beltran, Amaral, etc. Me veía a mí mismo sentado frente a ellos, entrevistándoles; dos cámaras en tiro capturando los planos de sus gestos, de sus palabras. Un oscuro fondo creaba una infinitud que resplandecía y daba un matiz de cierta aura que hacia que cada entrevistado se presentara en toda su diversa diferencia manifiesta. Silencio. Palabra. Gestos. Verdad. Eso era lo que veía en mi ensoñación, creándome la idea gozosa de que se trataba de un rodaje, del rodaje del documental sobre Jaime Urrutia. También veía goce en los rostros de los chicos de Pereza, Leyva y Rubén. Entregados y generosos tanto en la entrevista como en un plano que se hacía -muy especial- en un largo y angosto pasillo; plano que vislumbraba una atractiva y envolvente belleza. Al igual que la toma de Chango: sentado al fondo del pasillo, una destacada y feroz luz iluminaba su espalda resguardada de la intrusión de nuestra cámara digital, nos miraba sin vernos, pero era pura alegoría, pura belleza... y ¡plash! la cámara en movimiento, hacia él, para sustraerlo, dejarlo seco en medio de la noche, con el objetivo a tiempo, dispuesto a capturarlo. Y veía a Luis Eduardo Aute en mi sueño que yo le entrevistaba, y él serio y adusto, pero inmejorable, iba allanando el camino con sus inteligentes respuestas. Y Carlos Segarra... le veía entero, como un cowboy a punto de desenfundar su arma, silente pero con el grito de su paciencia y generosidad como simbolos unívocos de su devoción por lo que hace.
De pronto, después de una toma y mientras un joven y nuevo director de foto montaba las luces, me deshice de mi realidad ensoñada y me di vueltas en la penumbra simulada de mi ilusión pelicular... silencio en mi, ausencia de silencios y convocatoria de voces ahí fuera...
De repente, al fondo oí una voz que me dijo: estamos preparados, Carlos, vamos a rodar. Y alcé la mirada hacia la voz femenina y me di cuenta que no era un sueño, que era verdad. Que estaba en el set de rodaje... me di cuenta de que todos esos meses de ominosa incertidumbre, de prolongadas noches sin lunas y sin estrellas, ahora se hacían realidad, porque ahí estaba, rodando la película documental 'Jaime Urrutia, la fuerza de la costumbre'. Después de tantas jornadas interminables de trabajo y lucha conmigo mismo, pero lo que es peor, con las miserias de los demás, al fin, lo estaba consiguiendo: estaba rodando la película documental y que ahora podía empezar a hablar de cada uno de esos momentos reales del rodaje...

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