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sábado, 29 de noviembre de 2008

Violencia tumultuaria


La rabia, la ira se apodera de las masas. Ahí fuera, en la calle, la turba está llena de rabia, ansiosa de ira, tumultuosa y colérica. La violencia tumultuaria es un signo de aquello en lo que los psicólogos dan en llamar la histeria de las masas. La histeria de las masas no consiste en la liberación de emociones nuevas, sino de sentimientos que en condiciones normales quedan reprimidos en las personas. La multitud en estos tiempos ominosos e inseguros en los que vivimos, está entrando en un estado cata tónico y muy sugestionable. La repetición constante de las sugestiones. Pero aunque parezca increíble, la histeria de masas no siempre ha sido nociva, véase los ritos que reune a cientos de personas cada domingo en un estadio de fútbol, espectáculos masivos, conciertos de rock, todo eso no es tan nocivo, a veces es hasta liberador de ansiedades y desamparos. El antídoto más eficaz y rotundo contra la histeria de masas consiste en mantener el sentido de identidad muy claro y de los valores propios de uno mismo. Pero pese a ese esfuerzo unívoco, la rabia sigue ahí fuera, latente y canalla, como reflejo miserable de aquello en los nos estamos convirtiendo, es despojos ansiosos de nuestra propia miserabilidad. La identidad se pierde, los valores se relegan al último nivel de la inteligencia, y la gente se convierte en un invento distorsionado de si mismo, en un cristal sin reflejo, en cuerpo sin alma. En ocasiones observo a ciertos seres que andan por la calle como si fueran un personaje de la última película detestable que acaban de ver, se sienten cómodos así, porque eso no requiere ningún esfuerzo interior. No cabe duda, vivimos en un mundo de rabia, donde los otros, los sin rabia, tienen estrecho el camino por donde caminan.

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Madrid, Madrid, Spain
Robándole al tiempo su alma