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Atardecer de verano tras el cristal del tren que me devuelve a Madrid desde Mérida, a donde he acudido a presentar el documental en el marco del famoso Festival de Teatro Clásico, invitado por la organización. Solo voy a decir una cosa al respecto y es esta: decepcionante. Eso es. Una presentación lamentable, ruinosa, gris, decadente, infame, vulgar. Y eso que le comenté a uno de los directivos que si iba hacer plato de tercera, lo mejor y lo más conveniente para mi, es no asistir, y de este modo me evito el penoso espectáculo de ver una sala vacía. Pero el sujeto insistió, y me convenció y allí fui, a perder el tiempo, a no hacer absolutamente nada. Una sala vacía, alrededor de casi 10 personas, y digo casi, por que en realidad fueron menos de diez. ¿Por qué? Por lo de siempre: desidia con la promoción, falta de respeto, de sinceridad y de honestidad, de franqueza y respeto hacia el director Tamayo, pero eso no es nada nuevo, puesto que en España la desidia, el desdén por parte de la gente mediocre que está en posesión de los mandos, del control de la supuesta cultura vernácula es algo lo suficientemente conocido como para que sea algo nuevo. También esta gente barata y transformada de malos y frustrantes seudo artistas a organizadores de cultura no tienen la suficiente valentía hacer una proyección de acuerdo a la enorme dimensión de Tamayo y su vínculo absoluto con este Festival que se está convirtiendo en otra atracción más del circo mediático y barato para los pobres veraneantes de la nada. Y también está que como yo no soy un director "famoso" ni del momento... es decir, no vendo... la cosa para estos adoradores de la foto y el plano a expensas del otro se complica más. Y lo que no van hacer es promocionar a un director novel, puesto que eso en este país eso de promocionar a alguien que ha hecho un trabajo valiente, serio y riguroso, además de bien hecho, es imposible, no se puede hacer. Maldita sea esa gente que no ve más allá de sus podridas narices. Es duro. España es dura. Aquí nadie te regala nada, nadie te da nada a costa de nada. Aquí no se premia el esfuerzo, el coraje, el trabajo, el riesgo, el talento. Tiene que ser que te suene la campana en un gran festival, de esos que están catalogados como los
number one, para que se fijen en ti, para que ten tengan en cuenta, para que empiecen hablar de ti. Es así... el fruto del esfuerzo y el talento -si es que se tiene- aquí vale un rábano, menos que un pimiento. Y pese a todo este panorama que dibujo, agraz y ácidamente terrible, sigo viviendo cada día con la esperanza de que tu trabajo sea de una vez por todas reconocido y apoyado. Y que lleguen los tiempos de esos que uno pueda decir con orgullo, hago lo que quiero, me divierte, soy feliz y puedo comer de ello. Un triunfo. Si, el sol aplastante de verano cae sobre la tierra seca de la planicie castellana, y se cuela tras el cristal del tren que me lleva a Madrid, el color naranja de sus filtros luminosos...
Por lo pronto, el largometraje documental ha sido seleccionado en la Sección Competitiva del II Festival Europeo de Cine y Televisión, a celebrarse en Reus en el mes de noviembre.